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jueves, 6 de octubre de 2016

Lo que nadie sabe

Lo que nadie sabe
es que cuando me cuelgo
        del éter sin tiempo de un punto en el aire,
                y no escucho ni siento,
escribo poemas.
Los elaboro de principio a fin,
sólo en mi mente,
sólo para mí,
no necesito escribirlos. O sí.

Lo que nadie sabe
es que no me atrevo
        a sacar el cuaderno en público
porque soy poeta.
La etiqueta me pica en la nuca.

Lo que no sabe nadie
es que tengo la necesidad salvaje
de sacar en palabras entrañas ensangrentadas
        engranadas en las espirales atrezadas
y, además, soy poeta.

Nadie sabe que esto
es lo que me mantiene despierto,
que evitarlo me mata;
        tirar del hilo de tinta hasta quedarme seco.
Pero me quedo quieto,
memorizo los versos, me resigno al onanismo
        y disuelvo el caramelo sin quitar el envoltorio.

Y no me atrevo,
esto es lo que nadie sabe,
        a ser aquello que se me supone.

Y la poesía es asesinada por el poeta.
Y la poesía es asesinada por la poesía.
Y la poesía muere en su placenta
        y nace en su tumba.