Esta
es la letanía de un feto anciano
atrapado
en su propia matriz.
Tengo
que salir.
Rezo
por mí.
Yo
he tejido esta membrana transparente
para
protegerme de la muerte.
Nadie
más tiene los hilos.
Escribo
en vivo desde el vacío más hondo,
desde
el agujero que horada el vicio
anclado
a la placa tectónica del miedo,
sumido
en el humo del tiempo pasado.
Escribo
desde el ascua diminuta
que
agoniza en las cenizas
del
que fue un incendio inmenso.
Escribo
en vivo para avivarme,
para
volver a avanzar hacia delante.
Hastiado
del estático verbo
que se conjuga consigo
escribo
en vivo para narrar la herida,
para
mover los hilos del Yo
a
través del laberinto.
Escribo
en vivo desde la verdad disfrazada.
Me
guían la rima, la fonética y el ritmo
pero
deslizo el bolígrafo desde el fondo del abismo.
La
soledad es el bosque de las llaves,
las
puertas están fuera.
Estas
teclas no desfibrilan mis ventrículos
aunque
asemejen mi latido.
Escribir
es abrir la vereda, insistir.
Vivir
es situarse fuera, existir.
Escribo
en vivo para reconocer la placenta,
para poder despegarme,
para
contar cómo corto el cordón umbilical
mientras lo hago.
Escribo
en vivo en un coliseo vacío;
rebotan
las gotas de tinta en el eco,
me
dictan ellas lo que escribo
y
ya no sé qué fue primero.
Esta
es la letanía de un feto anciano
que
ya no puede dar más pataditas.
Rezo
por vosotros.
Estoy
destrozando los muebles de mi cuarto
mientras
papá me consuela tranquilo
y
mamá me lava el caparazón en la cocina.
Este
llanto acumulado ya no sale de mis dedos.
Tengo
atragantadas veinticinco mil pastillas de espera.
Escribo
en vivo que no necesito saberme querido,
que
me basta con sentirlo.
Llevo
la radiografía de vuestras caras rotas en el pecho
y
en la espalda los genes heridos de nuestros muertos.
Escribo
en vivo que ya no necesito vuestro nido,
que no tengo nada que ver con vuestro
nicho.
Soy
un gusano con alas de seda
que
ha pasado media vida en una caja de cartón
escribiendo
sobre nubes blancas
bajo un cómodo mar de algodón.
No
soy un caracol.
Necesito
escapar de vuestro manto
porque
ahí fuera hiela
y voy a notar la diferencia.
Renuncio
a todos los cuidados
que
me han convertido en el principito delicado
que
aún no sabe por qué tiene que lavar los platos.
Huyo
del origen
para
hallar mi Yo primero.
Necesito
deciros que no necesito deciros
que
necesito vuestro amor puro todo el rato
sin
necesidad de materializar el contacto.
Esta
es la letanía de un feto anciano
a
punto de nacer.
Rezo
por nosotros.
Escribo
en vivo este poema
desde
hace más de cuatro primaveras
y
no tengo fuerzas para terminarlo.
Escribo
en vivo sin haber nacido
que
estoy convencido de la victoria.
Rendir
es estar en ningún sitio, desistir.
Arriesgar
es traspasar la frontera, resistir.
Mi
ombligo es cicatriz perenne,
memoria
del amor de madre.
Me
moría y dejaron huella
dos
vueltas de cordón al cuello.
Mi
ombligo es el signo mortal,
soy
un dios dolido en el ego.
Escribo
en vivo que me olvido
del
dolor del pasado luego
y
no recuerdo el venidero
antes
de salir del portal.
Ya
con medio cuerpo fuera
preparo
mis pulmones para la inhalación primera.
Sigo
esperando el perfecto verano
pero
sólo se puede nacer hoy.
Yo
rasgo esta membrana transparente
para
exponerme a la vida.
Nadie
más tiene el cuchillo.
Este
es el llanto de un recién nacido.
A
mí dejadme en paz,
yo
acabo de nacer.
Soy
un colibrí bebé
aprendiendo
a sostenerse,
dejadme
buscar el jugo,
dejadme
caer.
Escribo
en vivo que abandono mi matriz.
Este
es el silencio de un hombre.
Rezo
por mí.