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sábado, 13 de septiembre de 2014

Urge

Urge reanimar conciencias,
cocinar consciencia,
agujerear, cuando menos, la venda,
ver, digerir, gestionar, canalizar
y expandir la luz.

Urge rebobinar la historia,
desenmascarar a los villanos,
dar nombre a los miles de números
            olvidados en las cunetas.

Urge desestimar cualquier suculenta oferta
            de vender el cuerpo y el alma,
                        de cambiar el tiempo por papel moneda.

Urge desoír viejos consejos
            de sumisión y conformismo,
urge virar el timón hacia la utopía,
                        remar cada día
y asumir que el camino es el fin.

Urge sonreír
al vecino, a las madres, al enemigo y,
                        sobre todo,
al espejo.

Urge elaborar delicadamente ese compás,
ese verso, ese trazo
capaz de remover un universo interno.

Urge pisar todos los charcos, a ver qué pasa;
mear fuera del tiesto,
mear dentro, si es necesario;
            urge transgredir la transgresión.

Urge desplazar montañas
            si es que no amanece,
despeinar a los banqueros y a los yonquis,
amar desde dentro
            hasta el último rincón
sin miedo a ser tachado de intenso.
Urge agradecer los baches,
            acariciar el dolor hasta la disolución.

Urge ser consecuente,
lo menos hipócrita posible,
tomar lo que a cada cual le corresponde;
            que lo que es de todos,
                        sea de nadie;
la única propiedad posible ni se toca ni se usurpa.

Urge devolver a las palabras su significado:
Pan, democracia, genocidio, derecho, feminismo,
Iglesia, golpe de estado, patria, canción,…

Urge respetar a todo aquel que lucha,
que se juega el cuello por una idea,
respetar a esos chiflados
que sistemáticamente son quemados
en nombre de Dios
o de la Ciencia.

Urge desobedecer por si acaso,
imaginar por defecto,
                        soñar en exceso,
saltar,
volar o caer,
            pero saltar,
mover las ideas y no idear los movimientos,
huir,
huir constantemente de quienes parasitan la luz,
huir del país o del barrio,
huir de la realidad
de vez en cuando.

Urge respirar profundo,
            llorar despacio,
                        extirpar la rabia.

Urge parar el reloj,
            replantearlo todo,
                        parar las prisas,
                                   reforestar el tiempo,
                        parar el despertador.

Urge frenar,
mirar, recalcular y proseguir después,
para poder perseguir al conejo blanco adecuado.
¿Frenar la urgencia?

Urge reanimar conciencias.

Urge dejar de hablar de hacer,
acallar a las palabras,
hacer.

3 comentarios:

  1. Precioso, creo que no se necesita decir nada más

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  2. bonito poema, bonita irrealidad... me gusta lo de transgredir la transgresión... hasta ahí deberíamos de llegar, y lo de emocionarnos con cada palabra. Y el final, todo en conjunto. En fin que me mola y punto final.

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