He derramado mi néctar sobre ti.
Ahora fumas.
Yo consuelo a las cortinas
y dejo que el humo se entalle en los rayos.
Tu olor eclipsa los colores,
tus ojos alimentan agujeros negros,
tus rizos mojados enredan al tiempo
y todo es más lento
y yo desciendo hacia tu cuello
como un coro de nenúfares drogados.
Todo es oro,
los minutos bailan tango en tus piernas,
todo es todo,
susurro en el proscenio de tu nuca
cierro el telón de tu siempre.
No sé si lo que exhalas en mi boca
es antídoto o veneno.
Ahora dudo.
Todo se va oscureciendo,
mi piel se espina al paso de tu dedo,
el oxígeno se torna plomo,
todo es demasiado.
Yo rebusco realidad entre las sábanas,
el brillo de tus ojos me deslumbra
y mi futuro se empapa de luz.
Ahora fumo
y dejo que el humo me talle su sello
y las cortinas me pidan viento.
Ahora sueñas.
Has derramado tu ambrosía sobre mí.