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viernes, 10 de julio de 2015

Lo que quiero

Quiero rebelarme contra mi propia libertad:
            tomar decisiones; dejar de tomarlas.
Quiero amerizar sin ruido en mi vacío existencial,
dejarme llevar, tomar el timón de la deriva.
Quiero arrancar de cuajo mis principios,
quitarlos del medio; ponerlos en el fin,
comenzar desde la oquedad que dejan.
Quiero obligarme a no dictarme el paso,
liberarme de la responsabilidad de ser yo.
Quiero hacer exactamente lo contrario que el resto:
quiero ser exactamente lo mismo que ellos,
rebelarme contra mi ley revolucionaria,
hacer también aquello
            que se supone que debería hacer.

No es propio de mí amar, ni llorar, ni sonreír en exceso,
más bien soy de amar mi propio ser, en soledad,
soy más de no decir; de no decirlo todo diciendo.
Tengo muy clara mi propia máscara:
tengo que desempañar el espejo cada mañana
antes de la ducha, usar el catalejo inverso,
tomar café, fumar tabaco,
            observar el movimiento de la cortina del baño.
Tengo que pagar demasiados peajes para contactarme,
revisar periódicamente mis fotos pasadas para conectarme.
Soy más de ser lo que siempre he sido:
Un soñador arrastrado por su máscara invisible,
            aplastado por la inamovilidad de su amor propio.
Ya soy mi propio amo; mi propio subyugado; mi amor.

Lo que quiero.
Lo que quiero hacer es lo que quiero.
Lo que quiero es saber qué es lo que quiero hacer.
Lo que quiero es saber que lo que quiero hacer es lo que quiero.

Lo que no quiero ya lo sé; no es necesario repetirlo.
No quiero depender de ningún ente, inteligente, tangible o no.
No quiero utilizar la autodestrucción como salvavidas.
No quiero necesitar saciar ninguna necesidad por complacencia,
                        ser súbdito del ánimo de nadie,
                                               ni amo de nada.
No quiero arrojar piedras contra los dragones que me acechan;
es profundamente infructuoso tratar de prevenir lo que no quiero.
No querer lo que no quiero es ; No quiero tratar lo que no quiero.

Vivo en el tablero de un siniestro juego que consiste en ganar dinero,
en no dejar ganarlo, en dar vueltas en círculos gastándolo
                                                                       para poder ganarlo.
Vivo en un escenario donde todo es impostado al que llaman realidad,
un lugar dónde las caricias son de atrezo y la pureza ilusa es fusilada.
Vivo en una monumental secta que no acepta agnosticismos,
hombres de ciencia que creen ciegamente en la existencia de la casualidad,
hombres de fe que profundamente no se fían ni de sus congéneres.
Vivo en el circo de “la estupidez más difícil todavía”,
                                                           la acrobacia más insulsa,
la conversación intrascendente enredando ovillos de ego.
Vivo donde siempre he vivido; vivo donde nunca he vivido.
No quiero huir de aquí sin motivo sino salir en busca de uno.

Lo que quiero. Lo que no.

Quiero contradecir mis adicciones; sin su fuerza no puedo avanzar.
Quiero restituir mis ilusiones; desplazar la sed de agua salada.
Quiero sacar residuos de odios olvidados de mis cloacas,
reconocerme otra vez; reconocerme cada vez; conocerme.
Quiero dejar de preguntarme qué haría yo en cada situación,
olvidar mi opinión y darme la espalda para darme la razón.

Lo que quiero.
Lo que quiero hacer es lo que quiero.
Lo que quiero es saber qué es lo que quiero hacer.
Lo que quiero es saber que lo que quiero hacer es lo que quiero.

Quiero rebelarme contra mi propia libertad:
            tomar decisiones; tomar decisiones.
Quitar el tapón del mar de mi vacío existencial,
reconstruir mi velero con materiales nuevos.
Quiero asumir la responsabilidad de ser yo:
un soñador sin máscara que avanza rápido
en la aerodinámica de un signo de interrogación.

Nada es propio de mí porque no tengo posesiones,
no me pertenece ni mi propia nada.
Lo que quiero es no dar nada por sentado.
Quiero levantarme y dar todo lo que quiero.
Quiero callarme y hacer todo lo que digo;
no decir todo lo que hago y callarme.

1 comentario:

  1. es tan valiente como escaso este abrir los ojos al abismo interior de uno mismo. es tan valiente como escaso, y muy necesario. gracias por abrir camino por el que no da tanto miedo hacerse preguntas de todo, de todos.
    cómo no se te va a querer.

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