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lunes, 6 de julio de 2015

Sigilosa

Apareces sigilosa
siempre por el jardín.
Contienes una tormenta solar
            en la sonrisa,
repeinada por dentro
            y por fuera;
la típica jipi que toda madre
querría para su hijo.

Tus tetas eclipsan al tiempo,
fruta fresca y luz de vela
desvelándote el vientre
y la quietud con que me observas
mientras difumino los contornos de mi lengua
            con tus pétalos.

Te gusta escuchar el silencio
que provocan nuestros cuerpos
pero sacudes la mente de tal modo
que a veces despiertas al humo.
La música no lo oculta todo.

Contienes la curiosidad de veinte gatos
en los dedos,
palpas mi espalda como sin querer
y me desprendes el pasado.
No dices nada.

Contienes en la frente
            una centrifugadora de palabras áridas,
un sunami de frases kilométricas
            que inundaría nuestra orilla.
Te oigo generar realidad pero no escucho.
Prefiero seguir olfateando
            en busca de tu tacto,
seguir rebañando el tarro de tu iris
            en busca de tu sexto sentido.
Pero siempre desapareces sigilosa,
            por el jardín,
antes de que dé contigo.

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