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viernes, 16 de diciembre de 2016
Antesala del éxtasis
de una ilusión inconcebible
que se quite
la triste materia
de una idea resuelta.
Vale más la felicidad íntima
de un tobogán futuro
soñado frente a la escalera
que tocar públicamente la cumbre
que no colma expectativas
por falta de oxígeno.
Prefiero vestirme de gala
en secreto
que tocar el clímax
de una bacanal idílica
jamás soñada por mí.
Me quedo con la espera previa
a la sorpresa helada
de una meta inmediata.
Elijo la antesala del éxtasis,
el instante en que contactan
la lengua y el cristal,
el segundo antes
de saltar de la avioneta,
el roce leve que eleva el alma,
el ánimo y el órgano mayor
antes que el orgasmo mismo,
elijo
mirar a un futuro dorado inasible,
constante ilusión de gasolina,
antes
que restregarme el laurel del ahora
con vistas a la nada vacía.
miércoles, 14 de diciembre de 2016
Al fondo
Al fondo del océano,
justo debajo de nuestro velero,
una familia de corales
era devorada por un tiburón blanco.
Justo encima,
al fondo del universo,
el infinito tocaba techo
y el eco de nuestras voces
comenzaba el camino de regreso.
Dentro del barco
nos acuchillábamos los ojos
con delirios rotos y palabras de dragón.
Fuera, en cubierta,
una gaviota en celo
se atragantaba con una cáscara de ego
mientras su amor volaba mar a dentro
en busca de un gramo de basura.
Dentro,
al fondo de nosotros,
se anegaban nuestros huertos,
se ahogaban cientos de recuerdos
del futuro
como si se nos colara dentro
todo el océano de ahí fuera.
Fuera, en tierra firme,
dos niños se conocían
mientras hacían migas
con el tiempo muerto bajo las uñas
jugando a ser timoneles de sus cuerpos.
Dentro, en un estante del velero,
un reloj parado avanzaba un segundo,
debido a un traqueteo brusco del viento
procedente del fondo del universo,
mientras nuestros cuerpos extasiados
retrocedían al vientre materno
inmersos en el líquido amniótico
del desconsuelo.
Desde fuera, nuestro velero era idilio,
enigmático nido de amor profundo
flotando en la superficie de un pétalo.
Desde dentro, lo de afuera era pequeño,
angosto mundo de espinas de titanio
demasiado hostil para un ser solitario
despedazado por sí mismo en dos.
Aquella tarde ha terminado hoy mismo.
Nuestro eco ha deshecho ya el camino
y llega a mis tímpanos ridículo,
exhausto, siendo ya una sola voz,
monótono rumor amargo y desvalido,
patética danza de gallos desalados
destripándose mientras engorda el público.
Hoy desgajo ese rumor y ordeno las moléculas
pero están todas manchadas del otro
y no reconozco mi ADN entre el ruido.
Fuimos uno y trinamos hacia el cosmos
una polifonía indivisible
que nos desmembró por dentro y por fuera.
Fuera,
al fondo del futuro, hay un velero
navegando sobre y bajo el pasado.
Dentro,
al fondo del presente, estamos vivos
musitando un poema de amor único.
Al fondo,
fuera de la dimensión temporal,
dentro de nuestra cáscara de ego,
un coral está naciendo del polvo.
miércoles, 9 de noviembre de 2016
No huir
Salir,
si no huir.
Pero salir.
No huir.
Salir de aquí
pero no huir.
No huir de mí,
salir a por mí.
No huir.
Salir a por un objeto
no huir de una entelequia.
No huir, no huir.
No huir hacia adelante
tampoco, tampoco
huir hacia la esencia.
Salir en busca del deseo,
no huir del desencanto.
No huir de la parálisis,
salir a por el movimiento.
Sin duda, no dudar.
No huir, no huir de la duda.
No huir de la huida porque sí.
No huir del no. No huir es sí.
No no huir. No no huir.
Salir, salir, salir, salir.
Salir a buscar el sí.
Pero salir.
No huir
sino salir.
martes, 1 de noviembre de 2016
El bosque encantado #4
jueves, 6 de octubre de 2016
Lo que nadie sabe
domingo, 21 de agosto de 2016
¿Con qué sueñan los perros?
lunes, 15 de agosto de 2016
Mis virtudes
martes, 5 de julio de 2016
Desgaste
lunes, 13 de junio de 2016
Universos paralelos
entrelazados en el mimbre del presente,
palpitando al unísono los tímpanos
que salpican de silencio el lienzo.
¿Quién pudiera saborear toda la miel
que elaboran las abejas del anhelo?
No somos ni un uno por ciento
de los pájaros que atesorábamos.
Guárdame en un tarro de mermelada sin lavar
toda la saliva que segregaste para mí.
Tus rizos pudieron ser planchados y no.
¿Qué será de aquel camino
que decidimos no tomar?
Nunca tuve fe en las ciencias duras;
me quedo con la maleable certeza
que recolecta el cazador de sueños
en el colchón de los enamorados perpetuos.
Ahora sé que luego ya pasó.
A ver quién se atreviera
a palpar lo que no pudo ser,
a mamar de los pechos
de la Pacha Nada
hasta saciar la sed de leche helada
en el recuerdo de un futuro
que tuvimos enjaulado
en la nube más alta alejada del deseo.
domingo, 12 de junio de 2016
Huecos pareados
cuando llegaste con el queroseno.
Yo tenía diez saquitos de ceniza
y una horma menos en cada zapato.
Los lobos echaban de más a la luna
y las luciérnagas eran gusanos.
Letanía de la noche era la luz irisada,
blanca estrella dolida de paz en tu pupila.
Tú estabas rezagada en mi hueco
y no alcanzabas a ocupar el tiempo pasado.
Tenías cinco kilos de ramaje en la boca
y yo afilaba el sable süave en la linde.
Mi dedo curvo era la huella en negativo
del nacedero de tus ingles silvestres.
Mil abejas como segundos zumban
a esas horas cerca de la cara.
Ahora lamo las moléculas aromáticas
que moribundas cantan cisnes en mi piel.
Ayer era hoy por la mañana casi siempre,
ya sucedió lo que vendrá esta tarde luego.
Vamos a reforestar las calles antes
de arrasarlas con las llamas que tejemos.
Vuelve a hendir en mi regazo tu hueco
pero no alcances a ocupar el tiempo futuro.
martes, 7 de junio de 2016
Disculpa
[zarpar.