martes, 10 de diciembre de 2013

Como nómadas

Como caracoles escacharrados
nos besamos
y caminamos sin rumbo,
            como nómadas,
por las dunas de tu cama.

Como suicidas de destrucción masiva
nos arrancamos la ropa
como si [ya] no existiera el frío,
como animales hambrientos
encadenados a paredes de papel.

Como conceptos ocultos en una escultura abstracta
nos abrazamos a la realidad astral
de un escalofrío,
y despreciamos la indeleble materia
de un ramo de efímeros pensamientos.

Como dos rojas gotas de acero fundido
            que se buscan en un laberinto,
recorremos los carriles
            perdiendo parte de nosotros en los surcos.

Sin atender al daño,
al futuro, a los estantes repletos de tarros de reproches,
a las caricias de mentira, a los kilómetros asesinos,
a las olvidadas papeleras llenas de soledad,
a los autobuses que perdemos por perdernos en las sábanas,
a los fantasmas de las navidades pasadas, al despertador,
nos encontramos como sin querer.

Y sin atender al dolor anciano que reside en nuestros párpados
los abrimos
            como por primera vez,
y llenamos el aire de canciones sordas
que desafinan el silencio,
que revientan los muros, los edificios, las carreteras, las placas tectónicas,
el espacio-tiempo, …
que nos llevan de nuevo a nuestra playa,
donde tu pelo era el telón del cielo,
y las estrellas un elenco enloquecido
            por la luna derritiéndose en el mar,
y como caracoles estrenando su caparazón,
nos besamos
y caminamos sin rumbo,
            como nómadas,
para no salir nunca de las dunas de tu cama.