domingo, 12 de febrero de 2017

La Paz

La luna asola la ciudad 
y yo estoy solo.
No tengo ganas de mí.
Me abruma su plenitud.
La luna es un espejo cóncavo
y yo no quiero estar sin mí.
Este dolor le pertenece a mis ancestros.

No tengo escapatoria;
todas las puertas carecen de bisagras,
las alas están rotas
y las ventanas son de yeso.
No quiero saber de mí.

Las horas caen a plomo,
no quiero que pasen por mí
y anhelo que termine este proceso.

La luna anega mi pecho
y el oxígeno es escaso.

Fumo cigarros extranjeros
fabricados aquí,
no tengo nada que agregar al humo
que me ayude a no existir.

La Paz es agresiva con mi karma,
la calma se mastica y sabe a nada.
Miles de luces en la montaña
están haciendo sombra a mi tristeza.
Todas esas vidas de mierda
no pesan más que mi cara.

La luna asola la ciudad 
y tú estás sola.
No tengo ganas de ti.

Te dejo ver mi herida
y me salpicas con la tuya.
La luna es tu reflejo convexo
y me abruma tu silencio.
No quiero estar sin ti.
Me envuelves con tu vientre,
me proteges y no me dejas salir.
La luna anega nuestro lecho
y el oxígeno es veneno.
Me duele no saber hacerte ajena
a este dolor que me procuras.
No quiero saber de ti.

Las horas se detienen
y el teleférico no deja de subir.
Deseo que termine este proceso.

La Paz es una tela inmensa
y sólo podemos esperar
a ser comidos por nuestros egos.
Ya no sé si estoy contigo.

Tú tomas tu mate nacional
que no es de aquí
y te sientes más lejos de casa.
No tienes nada que agregar a la paleta
que te ayude a resistir.
No quieres saber de mí.
Unimos nuestras soledades
y las hacemos una con la luna
que nos devuelve una imagen rara
de la realidad exacta.
Ya no sé si estoy conmigo.

La luna anega la ciudad 
y estamos solos.

Este dolor es antiguo
y nos lo damos precintado.
Te apuñalo con el silencio
de un trozo de nuestro espejo roto
y tú fabricas flechas para mis arqueros.

Aquí la luna no miente.
No quiero estar contigo
porque eres mi espejo límpido.
No soporto mi dolor por duplicado
ni que trates de neutralizarlo.

Es la luna la que nos anega,
yo no tengo la culpa.
Es la luna la que nos asola,
tú no tienes la culpa.
Es la luna la que nos deslumbra
y sólo somos dos luces más
en esta montaña de mierda.
Sólo podemos esperar la mañana
para poder devorar a las arañas
y que termine este proceso.

Sólo quiero estar aquí contigo
para reconciliarme conmigo.
Dejar de fumar el humo del ego,
dejar de eludir la responsabilidad
y huir contigo de esta guerra
con que asolamos la luna,
con que anegamos la tierra
en esta ciudad de La Paz
que no tiene culpa ninguna.