Ya habíamos incendiado las calles
cuando llegaste con el queroseno.
Yo tenía diez saquitos de ceniza
y una horma menos en cada zapato.
Los lobos echaban de más a la luna
y las luciérnagas eran gusanos.
Letanía de la noche era la luz irisada,
blanca estrella dolida de paz en tu pupila.
Tú estabas rezagada en mi hueco
y no alcanzabas a ocupar el tiempo pasado.
Tenías cinco kilos de ramaje en la boca
y yo afilaba el sable süave en la linde.
Mi dedo curvo era la huella en negativo
del nacedero de tus ingles silvestres.
Mil abejas como segundos zumban
a esas horas cerca de la cara.
Ahora lamo las moléculas aromáticas
que moribundas cantan cisnes en mi piel.
Ayer era hoy por la mañana casi siempre,
ya sucedió lo que vendrá esta tarde luego.
Vamos a reforestar las calles antes
de arrasarlas con las llamas que tejemos.
Vuelve a hendir en mi regazo tu hueco
pero no alcances a ocupar el tiempo futuro.
Si dejas a alguien un espacio en tu presente,sólo eso,ya estarás triste por lo que no fue en el pasado y lo que no será en el futuro y vendrá la tristeza de esos vacíos,date rayos de sol y chispazos de alegrías ,para acortar rutas y beber alientos
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