Demasiados barullos en la cabeza.
Demasiados datos,
demasiado asfalto.
Hay gaviotas disfrazadas de cuervos
que me sobrevuelan,
me acechan,
me cantan desagradables augurios,
me roban los panes, los peces,
los pendientes de plata
y se marchan.
Demasiada mierda.
Demasiada filosofía contradictoria
y
semigratuíta
peleando y dándole a la par
la
razón a mis instintos,
la
razón a mi razón.
¿Es anhelo material,
y por tanto efímero pecado
el misterio que desenvuelve
un simple pezón,
una lengua que segrega océanos?
¿Es acaso camino espiritual,
cultivo, abono y barbecho
de los
huertos del cielo,
la forzada búsqueda del amor eterno?
Demasiadas preguntas
y sobre todo
demasiadas respuestas para cada una de ellas.
A veces soy fiel siervo del silencio,
reflexivo intelectual necio
que recorre la infinitud cuántica
de un punto en la pared.
Pero esto tampoco sirve de nada.
Demasiados laberintos.
Demasiado joven para encontrar salidas.
Demasiado viejo para disfrutar buscándolas.
Crucificado en cada encrucijada,
me falta voluntad
para tirar de una patada
la
puerta de esta celda
en
que me oculto voluntariamente.
Demasiados tús en mis poemas.
Ahora vienen cuervos
disfrazados de gaviotas
defecando las semicorcheas
de la partitura de la libertad.
Demasiados bajorrelieves en mi frente.
Demasiados claroscuros.
A veces soy fiel súbdito del tiempo
y me arrodillo a su paso.
Demasiado yo.
Demasiado fuera de mí.
Busco el placer constante sin atender al daño,
subir de dos en dos los peldaños
sin darme cuenta
de que
posiblemente
los
esté bajando.
¿Soy, como pienso,
pétalo pálido de la luz de la inocencia
o, por el contrario,
soy culpable de los más atroces holocaustos pasionales?
Puede que mi vida se resuma
en una sucesión constante de ejercicios para “salir del
paso”.
En cualquier caso,
pienso demasiado en cómo soy
y no soy demasiado como pienso.
Tal vez todo se solucione de nuevo dejando de pensar,
soltando el boli
y lanzándome al abismo de la vida.
Pero estoy un poco harto de planear despacio
la
manera de besar el suelo.
A veces me apetece
simplemente
caer deprisa
hasta sentirme quieto:
dejar que la gravedad haga su trabajo
es, sin duda,
lo más parecido a la libertad.
No sé.
No sé.
Demasiada sabiduría
es nunca suficiente.
(antes que nada, perdón por la intrusión)
ResponderEliminarojalá algún día
demasiada risa en la calle
convertida en patio de colegio
con juegos de mayores
demasiado no tener que esperar
porque ya ha llegado todo lo que liberaba
de los demasiados barrotes
de nuestras manos
demasiada gravedad
sólo si es para caer en una cama
sin lados opuestos ni miedos
ojalá que entonces
demasiado en lugar de rebosar por todos lados
no sea suficiente.
Me recuerdas demasiado a mí.. Ves trabas y contradicciones.. Quieres pero prefieres pensar. Te preocupas demasiado por los demás tío.. o quizás estoy flipando ahora mismo y no es lo que querías decir. En cualquier caso, deja de planear lo que todavía no ha de pasar. Vive un poco no siendo tú el que cuida de los demás.
ResponderEliminarUn abracete y mucho ánimo tío! :)