Urge
reanimar conciencias,
cocinar
consciencia,
agujerear,
cuando menos, la venda,
ver,
digerir, gestionar, canalizar
y
expandir la luz.
Urge
rebobinar la historia,
desenmascarar
a los villanos,
dar
nombre a los miles de números
olvidados en las cunetas.
Urge
desestimar cualquier suculenta oferta
de vender el cuerpo y el alma,
de cambiar el tiempo
por papel moneda.
Urge
desoír viejos consejos
de sumisión y conformismo,
urge
virar el timón hacia la utopía,
remar cada día
y
asumir que el camino es el fin.
Urge
sonreír
al
vecino, a las madres, al enemigo y,
sobre todo,
al
espejo.
Urge
elaborar delicadamente ese compás,
ese
verso, ese trazo
capaz
de remover un universo interno.
Urge
pisar todos los charcos, a ver qué pasa;
mear
fuera del tiesto,
mear
dentro, si es necesario;
urge transgredir la transgresión.
Urge
desplazar montañas
si es que no amanece,
despeinar
a los banqueros y a los yonquis,
amar
desde dentro
hasta el último rincón
sin
miedo a ser tachado de intenso.
Urge
agradecer los baches,
acariciar el dolor hasta la
disolución.
Urge
ser consecuente,
lo
menos hipócrita posible,
tomar
lo que a cada cual le corresponde;
que lo que es de todos,
sea de nadie;
la
única propiedad posible ni se toca ni se usurpa.
Urge
devolver a las palabras su significado:
Pan,
democracia, genocidio, derecho, feminismo,
Iglesia,
golpe de estado, patria, canción,…
Urge
respetar a todo aquel que lucha,
que
se juega el cuello por una idea,
respetar
a esos chiflados
que
sistemáticamente son quemados
en
nombre de Dios
o
de la Ciencia.
Urge
desobedecer por si acaso,
imaginar por defecto,
soñar en exceso,
saltar,
volar o caer,
pero
saltar,
mover
las ideas y no idear los movimientos,
huir,
huir
constantemente de quienes parasitan la luz,
huir
del país o del barrio,
huir
de la realidad
de
vez en cuando.
Urge
respirar profundo,
llorar despacio,
extirpar la rabia.
Urge
parar el reloj,
replantearlo todo,
parar las prisas,
reforestar
el tiempo,
parar el despertador.
Urge
frenar,
mirar,
recalcular y proseguir después,
para
poder perseguir al conejo blanco adecuado.
¿Frenar
la urgencia?
Urge
reanimar conciencias.
Urge
dejar de hablar de hacer,
acallar
a las palabras,
hacer.
Precioso, creo que no se necesita decir nada más
ResponderEliminarbonito poema, bonita irrealidad... me gusta lo de transgredir la transgresión... hasta ahí deberíamos de llegar, y lo de emocionarnos con cada palabra. Y el final, todo en conjunto. En fin que me mola y punto final.
ResponderEliminarAmén.
ResponderEliminarQue preciosidad.