domingo, 7 de diciembre de 2014

Asurancetúrix cualquiera

Era un Asurancetúrix cualquiera
en una aldea cualquiera.

Aunque sí que procuré
que comprendieran mi arte,
no siempre
fui uno más.

Solitario, con mi arpa en el sobaco,
me hice una casa en un árbol
y allí aprendí a volar.

Poco después,
harto de tanto puntapié,
volé.

Soy un Asurancetúrix cualquiera
en Roma.
Hay muchos Asurancetúrix cualesquiera
venidos de todas las aldeas del mundo
en Roma.

Todos procuramos
que se comprenda nuestro arte,
aunque no siempre queremos
ser uno más.

Solitarios, con nuestro arpa en el sobaco,
nos hacemos, como podemos, casas
en los pocos árboles que quedan
y allí aprendemos a olvidar volar.

Poco después,
frustrados de tanto lastre,
caeremos.

Seremos unos Asurancetúrix cualesquiera
en cualquiera de las aldeas del mundo
y aunque procuremos lo contrario
la incomprensión será
lo que nos salve
de ser uno más.

1 comentario:

  1. Este poema, pequeño e incomprendido ha llegado a una Asurancetúrix cualquiera que desea dejar atrás a esos que sí son uno más y volar, como tú hiciste, y caer, y besar el suelo feliz por el viaje. Los demás no caerán, pero tampoco despegarán los pies del suelo. Gracias.

    ResponderEliminar