En
absoluto silencio
voy
bajando por la calle del desastre
y
reconozco
de
entre los cadáveres
más
de un rostro.
La
violencia
de
sus pupilas petrificadas
me
golpea la garganta.
Gritar
aquí sería absurdo.
Me
tumbo
y
embadurno mi cuerpo
con
la sangre de un precioso cadáver de mujer,
imito
su semblante,
petrifico
mi pupila en el infinito,
no
muevo ni un músculo.
Espero.
Jamás
creí que fuera tan duro
adaptarse
a una sociedad.
no te adaptes.
ResponderEliminarvive según tu corazón y cabeza, con respeto, sin herir a nadie.
pero no te cambies.