Otro
amanecer más para mi cara,
otra
mañana menos de oficina.
Otro
amor eterno
que
es arena entre mis dedos,
otros
ojos miel y menta
que
atraviesan mi retina opaca.
Y qué más da.
Si no lo voy a contar.
Mira
cómo juega mi pie con la distancia
a
un milímetro del tuyo.
Me
dejé los halagos a tu pelo
en
el disfraz de poeta muerto.
Mueves
las mareas con el flujo
de
tu pensamiento rudo y lento.
Y qué más da.
Si no lo voy a cortar.
En seco.
He
vuelto a mirar un reloj que no necesitaba,
he
vuelto a sentirme viejo
bajando por el tobogán.
He
vuelto a saborear el zumo fresco
de un cuello selvático de árido calor
y
me ha sentado mal la lava helada.
Y qué más da.
Si no lo voy a recordar.
Otro
tren se va por el túnel de anteayer,
otra
caricia se disipa antes de tocar la piel.
Mira
cómo caminamos si dejamos de pensar.
Me
dejé el anillo en el pasillo de embarque.
Mueves
mi flujo con tu marea silente y mate.
He
vuelto a segregar el agravio al regalo
mientras sonreía,
he
vuelto a perder lo inasible por no querer.
Y qué más da.
Si no lo voy a contar
Mañana.
Y
qué más da.
Si no lo voy a cortar en seco
con un beso.
Y qué más dá.
Si no lo voy a recordar.
Mañana.
Otro mañana menos.
Otro amanecer más.
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