martes, 1 de mayo de 2018

Vamos


Estas manchas en los dedos
me hacen ver la realidad disfrazada de nada
pero digo vamos y me tiro al barro.
Me sumerjo en el desierto de mis huecos,
en la última expedición a mis adentros,
encuentro nata con cebolla,
dos o cuatro medicamentos pasados
y los fósiles de todas las costillas de un primer Adán.

Estoy borracho,
de vida barata, ilusión y autoengaño.
Estoy llevando los carros de la compra,
por todos los grandes paseos del país, vacíos.
Me miro a una foto y empaño los espejos,
y bebo latas de coco con azúcar y sangre.
Estoy malito y no me curo y no me quiero
y lloro mucho solo por dentro a espaldas de mí.

Vida distraída la mía,
que se hace pasar, de largo, por algo mejor.
Pierdo los estribos en el mástil mayor
y viro sin cesar para mantenerme estable.
Vamos a volver a empezar, me digo y no termino.
Vamos a volver, me digo y me río mientras remo.
Vamos, me digo. Y voy y me digo vamos. Y voy
pero no reconozco el terreno con este traje de neopreno.

Toda la electricidad que quiere ser palabra
se me sale por los dedos húmedos de vida,
toda esa electricidad es nada en este secarral,
es todo concentrado y cáscara de feto de estrella.
Aquel paso marcado en la arena ni siquiera fue huella.

Vamos a empezar cada vez sin tener que volver, me digo.
Y voy. Y me digo, estamos empezando cada vez. Y me callo.

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