jueves, 30 de mayo de 2013

Los poetas existimos

Los poetas existimos para sufrir,
es nuestro sino.
Yo lo asumo y como tal
me lanzo a trazar palabras desdibujadas
empapadas de una tristeza marina.

Yo pude haber sido escultor
y me la sudaría.
Podría haber sido pintor
y me la sudaría.
Podría incluso no haber sido
y entonces sí que me la sudaría.
Pero soy poeta, sufro,
luego existo.
Y la existencia me aprieta, me estrecha,
arruga las sábanas de la cama de la calma
y no me deja existir.

Cuanto más existo, menos existo.

Pero sigo,
sigo deslizando, sin pensar,
la punta del bolígrafo
como si se tratara de una tara
contradictoria y paradójica
apenas perceptible a primera vista.
Pues sobrevivirá el poema,
pero no el poeta.

Los poetas existimos
para no existir.

jueves, 23 de mayo de 2013

Otros poetas


Otros poetas anhelan tu voz
y yo no dejo de pensar en tu gemido.

Otros poetas
le cantan a tu pelo nacarado al viento
y yo prefiero tenerlo grasiento
                enredado entre los dedos.

Otros poetas imaginan
                pasear contigo sobre la raya del infinito
y yo deseo
pasarme contigo de la raya infinitamente.

Otros riman la luna con tu nuca,
el sol con tu calor
y todas las estrellas con tus penas;
pero yo prefiero
una ducha, mi colchón y tus tetas.

Otros poetas son,
indudablemente,
mucho más mediocres que yo.

lunes, 13 de mayo de 2013

La paradoja


El hecho consciente
de que nuestra mente mimetice
los comportamientos inconscientes
del resto de dementes que habitan la periferia de nuestros cuerpos
significa, no sólo que seamos estúpidos espejos
            esperpénticos,
sino también marionetas de nosotros mismos
pero nunca manejadas de manera autómata, sino recíproca,
e implicará que las clavijas
que conscientemente nos introducimos en la mente
nos transfusionen, inconscientemente,
una mentalidad diferente, a veces,
a lo que ayer quisimos llegar,
y somos, por consiguiente,
una paradoja, no aparente por interna,
a cada minuto.

jueves, 9 de mayo de 2013

Bésame


El viento se ha llevado volando mis papeles,
pero me queda la paciencia.
¡Gatos, perros, jirafas y gafas de sol!
Acudid todos al entierro de la Madre Tierra,
disimulad con inocencia y exclamad:
No somos nadie.

Nadie se ha colado esta noche por mi ventana,
nadie me ha escrito un e-mail,
nadie se acordó de que mis males cumplen años esta noche a las doce.

Como elefantes al cementerio,
así vamos naciendo,
y se nos olvida lo importante:
recordar.

Es lo que nos queda
pero nos quedamos con los dedos llenos de veneno,
el espíritu infectado de estiércol
y mariposas que más bien parecen carros de basura
llevando sobre las alas nuestra vida.

Bésame,
bésame mucho,
como si fuera esta noche
la última vez que veremos el cielo desde arriba,
y subiremos las escaleras resbalando sobre nuestro monopatín de hielo.

Como elefantes al cementerio,
como colibríes que se creen cangrejos
y luciérnagas
que se creen bonitas.
Así vamos viviendo.

Todos y cada uno buscamos un minuto de gloria
e incluso cuando miramos a otros
nos preguntamos si nos estarán juzgando.
La vida es una noria de espejos
y como en todos los cuentos
los dulces enamorados, que ahora son rociados de arroz,
vivirán felices
y comerán pizzas precocinadas los jueves.

Bésame,
bésame mucho,
como si fuera esta noche la última vez,
como si se fuera a prohibir el amor eterno,
bésame
antes de que los relojes se coman nuestro tiempo,
antes de que nos hagamos viejos,
y no nos quede más que dos sofás,
una tele
 y un par de pizzas precocinadas,
que esta noche es viernes
y mañana navidad.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Te debo un lunar


Y de pronto
sales de la nada
y recuerdo que te debo un lunar.
               
Me hace viejo sentir que perdí el tiempo.

En aquel momento
tú eras luz
y rubor en las pupilas,
eras vitaminas
y especias morunas.
Yo,
en cambio,
me debatía,
                con medio cuerpo dentro del agua,
entre tu sonrisa
y mis estanques.

Tu conversación de incienso
y anarquía,
arte subversivo,
té y revolución inminente.
Y mi mirada perdida
                en el laberinto de tus aventuras.
Pude pisar descalzo
                unos minutos
los escombros de tu pasado
y rellenar los huecos que
                al fin y al cabo
dejaste para mí.

Y de pronto sales de la nada
y recuerdo que te robé una peca
para eclipsar la luna
que el pecado me tatuó en la espalda
y nunca te la devolví.
Como un lienzo debajo de un colchón,
un poemario envasado al vacío,
me llevé tu peca y mi lunar,
                maté de un tiro en la sien
                               a las sirenas que se manifestaban en mi pecho
y escapé de la ciudad
a medianoche.

Ahora,
de pronto,
como un proscrito arrepentido
escribo que me hubiera fugado contigo.

Ahora que sales de la nada
y recuerdo tu bohardilla
como el refugio ucrónico
en que conocí a la libertad desnuda.

Ahora que observo mi lunar,
sabiendo que no me pertenece,
que recuerdo tu aroma
como si naciera de mi paladar.

Ahora,
que desde la distancia
                es sencillo y cobarde,
escribo que me equivoqué
y que juntos
hubiéramos sido capaces de hacernos la fotosíntesis en cualquier sótano,
bucear bajo los escombros
y secar,
                de un solo golpe de luz,
todos los estanques en que floto boca abajo.

Ya ves:
Me hace joven pensar que estás detrás del tiempo.

Ahora
que estoy seguro
de que jamás escucharás
estas palabras.