lunes, 21 de marzo de 2016

No se dice


No se dice.
No se dice la sombra.

Me cuesta ser auténtico
detrás de tanta parafernalia.

Me cuesta manifestar mis sentimientos
            de manera honesta,
detrás de tanto profanamiento métrico.

Me cuesta sobremanera
sacar la mierda almacenada,
maquillarla de palabras arcaicas
y exhibirla como si fuese nueva.

Me cuesta ser sincero,
con este disfraz de tuno,
con esta luna de cuarzo,
con este bolígrafo de teclas.

No me acostumbro a esta tristeza mía
vestida de noche,
esta herida de atrezo
que me pide ser violada en directo.

Me cuesta contar
que me duele la existencia en soledad
y no soporto al resto de la gente,
que me escuece la estulticia humana.

Me resulta incluso frívolo
contar que no soy capaz de amar al máximo,
que me siento contaminado,
que no puedo ni llorar
            de lo cerca que está de mi frente
                        el centro de mis emociones,
que me siento débil y devorado,
que me agota la tristeza social
y se me apagan las velas y las venas.

Me cuesta decir
que me cuesta cada vez más
irradiar luz, dar la mano, el brazo, el labio,
ilusionarme sin más, querer alcanzar algo
            y construir feliz las escaleras.

Si sólo se dice la luz
se ve todo y no se ve.

No se dice.