miércoles, 6 de noviembre de 2013

Sol[de la]edad

Alcoba, paraguas, perchero, estantería, desorden absoluto.

Tengo sucias las aspas del molino
de tanto echar de menos al viento.
Mi habitación está repleta de marionetas
                sin rostro
que se asoman por detrás de los muebles
y gritan tu nombre.
Sales silbando de los bafles
canciones inacabadas
de artistas malditos.

Me dejo seducir.
Salgo de casa cantando
y un puñado de pájaros me acusan de plagio,
entonces despierto
y me veo cubierto de la tela de araña que has tejido en mi cama.

Caricias, cáscaras de conversaciones, simetría ocular, frío.

Imagino que sólo imaginé que eras una entelequia
y que siempre has estado conmigo,
de mi mano.
No puedo desprenderme.
Usas mi piel.
Devuélveme mis zapatillas de andar por casa
y las lágrimas de plastilina que moldeé.

Compartirme contigo. Compartirte conmigo. Compartirnos. O no.

Hay sombras que pretenden separarme de ti
y luces
que no me dejan verte.
Jaula, cerebro, pasión, dolor físico, amor, libertad absoluta o relativa.
No.

Escucharé tu grito afónico
y volveré a darte la espalda.
No eres yo. Sólo un trozo.

Yo
somos nosotros.

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