Si
todos fuesen como yo
el
mundo sería un lugar mejor.
No
existiría la cocaína
ni
la trata de blancas,
no
sería necesaria la democracia
y
no habría canales en la televisión.
Si
todos fuesen como yo
no
habría guerras ni leyes,
se
disolverían las fronteras
y
los futbolistas sentirían los colores.
Si
todos fuesen como yo
la
autogestión gobernaría cada institución,
no
sería necesaria la anarquía,
todas
las películas serían “Cómo ser yo”
y
no inventarían ninguna religión.
Si
todos fuesen como yo
no
existiría la tercera persona.
Si
todos fueseis como yo
el
mundo sería un lugar mejor.
No
servirían los espejos
ni
los escaparates ni la moda
ni
las dietas ni los crecepelo
ni
muchísimo menos el pudor.
Si
todos fuéseis como yo
no
habría lugar para la discusión,
en
la duda residiría la razón
y
las tertulias literarias
serían
un club de autofelación.
Si
todos fuésemos como yo
no
habría nada nuevo bajo el sol,
no
sería necesaria la poesía
y
por eso brotaría siempre en flor.
Si
todos fuéseis como yo
no
existiría la segunda persona.
Si
todos fuésemos como yo
el
mundo sería un lugar mejor.
Habría
comida para todos
y
erradicaríamos la contaminación;
no
sería necesario desplazarse
porque
ocuparíamos todos la misma localización.
Si
todos fuésemos como yo
no
tendríamos ansias de posesión,
ni
moneda ni trueque ni propiedad,
el
amor propio sería un bien común
y
la evasión derecho fundamental.
Si
todos fuésemos como yo
la
endogamia sería la única opción,
las
orgías estarían a la orden del día
y
no sería posible la procreación.
No
sería necesaria la vida.
Si
todos fuésemos como yo
no
existiría el plural.
Si
yo fuese como yo
el mundo sería un lugar mejor.
Si yo fuese como yo
no existiría la persona.
Si todo fuese como algo
no sería necesario el mundo.