Perdone
pero se le ha enredado la corbata
en mi conversación, gracias.
A veces tiene usted
la mirada perdida, como anhelante.
¿Qué tal maneja usted la grapadora?
Puedo ver cómo me mira
por el rabillo de la nuca.
Sé que proyecta en mí
algún tipo de fantasía burocrática,
quizá un trauma del futuro.
Pero yo no soy quién usted cree,
mis corbatas son figuras literarias,
pero también las tengo.
Por cierto, bonito maletín.
¿Qué lleva dentro?
Seguro que cientos de corbatas
o la manera de conseguir más corbatas.
Mierda.
Ahora soy yo el de la mirada perdida.
Perdone,
se me ha enredado una metáfora en su pupila,
gracias.