lunes, 15 de diciembre de 2014

Ahora saltas

Ahora saltas
desde la azotea de mis entrañas
y me cierras en canal.

Ninfa juguetona,
                indolente meiga seductora.

Lluéveme los cristales
                de tus desprecios.

Acaríciame las dunas
de la cara desgastada por el sol
y refléctame
                la luna
en las ventanas sin cortinas
en que espero,
                fumando,
a que vuelvas a subir corriendo
                para no saltar jamás.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Asurancetúrix cualquiera

Era un Asurancetúrix cualquiera
en una aldea cualquiera.

Aunque sí que procuré
que comprendieran mi arte,
no siempre
fui uno más.

Solitario, con mi arpa en el sobaco,
me hice una casa en un árbol
y allí aprendí a volar.

Poco después,
harto de tanto puntapié,
volé.

Soy un Asurancetúrix cualquiera
en Roma.
Hay muchos Asurancetúrix cualesquiera
venidos de todas las aldeas del mundo
en Roma.

Todos procuramos
que se comprenda nuestro arte,
aunque no siempre queremos
ser uno más.

Solitarios, con nuestro arpa en el sobaco,
nos hacemos, como podemos, casas
en los pocos árboles que quedan
y allí aprendemos a olvidar volar.

Poco después,
frustrados de tanto lastre,
caeremos.

Seremos unos Asurancetúrix cualesquiera
en cualquiera de las aldeas del mundo
y aunque procuremos lo contrario
la incomprensión será
lo que nos salve
de ser uno más.

viernes, 5 de diciembre de 2014

La manivela del desastre

Gira la manivela del desastre.
Gira y genera
una hecatombe tras otra en las sombras.

Los gatos no bajan de las copas
y la ropa no sirve para ser otros.

Gira sola la manivela,
ya no hay quien pare la inercia.
Se desmorona el mundo material.
Las cicatrices serán lo que nos salve,
la pureza sólo es pura cuando sobrevive a mil batallas.
Se desmorona.
Ahora serán juzgados los delitos trascendentes,
serán absueltos los marginados.

Gira y gira y gira,
desencadenando luz,
la manivela del desastre.

Ya no sirven los disfraces.
Caen las torres, las estatuas de porcelana y las banderas.
Salen de los sótanos
las ratas infectadas de fe
a conquistar las azoteas.

No han quien lo pare. Gira y gira.

Se desmantela el tablero,
            los hoteles y las casas
                                   vuelven a la caja.
Miles de mentiras confesas
fusiladas en los ayuntamientos
y las pocas mentiras que consigan escapar a la montaña
morirán de inanición y pena
pues sólo la verdad
                        será perseguida. Gira, gira y gira
la manivela del desastre.

Se destrozan los esquemas,
es preciso quemarlo todo
                        para reforestar,
es preciso el caos,
reventar las membranas que nos oprimen
salir de la matriz,
respirar con dolor la realidad,
gritar y extirpar la oscuridad
y luego
sólo amar.

Girar la manivela que crea el desastre
            a través
de la belleza que desgasta los cánones hasta el núcleo,
la manivela que crea
            a través de la destrucción,
la manivela que cree.

Caerán las cúpulas y las túnicas,
caerán los herejes que comercian con espiritualidad,
caerán los blasfemos que se hacen llamar Dios,
caerán las coronas y las corbatas
porque gira
            en una aceleración constante,
                        al ritmo del latido de la tierra,
la manivela del desastre.

El arte clandestino y de intestinos
arrastrará a las masas y apartará las máscaras mediocres.

Está naciendo un mundo nuevo,
debemos salir de la matriz
para estar dentro.

Porque gira la manivela del desastre de lo establecido,
el desastre de los centros comerciales y las farmacéuticas,
la manivela desbrozadora de cerebros.

Hemos de construir el caos,
salir de la matriz
                        y dejar de hacer vibrar al odio,
girar con naturalidad la manivela
                        y dejar de hacer vibrar al miedo.

Está naciendo un mundo nuevo
y no tiene nada que ver con nada que conozcas
y tiene todo que ver con todo lo que sientes.
Todos están pulsando ya el reset
y cuando la última espiral de caos
                                   llegue al último rincón
mejor será ser luz.
Los caparazones sólo servirán para quedarse a la intemperie.

Está girando,
debemos salir para estar dentro,
abandonar lo viejo, quemar lo muerto,
salir de la matriz
y empezar lo nuevo y resucitar lo vivo.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Cabemos


Cabemos en un grano de luz.

Las vasijas de la mente
no albergan los recuerdos yermos,
            no albergan las derrotas.
Sabes, como yo, que no sabemos
                                   dónde vamos,
que vagamos por el desierto
                                   de la incertidumbre
con la felicidad de un farolillo,
que nos dejamos guiar por brújulas
                                               intangibles.

Cabemos en un jergón de paja,
en una cabina de teléfono,
cabemos en una micra de desprecio de ventanilla.

Venga, dime otra vez que me detestas
para poder vengarme y
mirarte con los ojos de clavar.

Cabemos en un saquito de electrones drogados.

Venga, atrévete a filtrar las interferencias
            y dejar de lado el ritual,
a cortar la cola o el cuello de la pescadilla.

Dime que no estás, que no estamos
en todos los huecos en los que no se cabe.

miércoles, 15 de octubre de 2014

La nostalgia

He descubierto a la nostalgia
espiándome tras la cortina.
Ella sabe que sé que está
y le gusta.

Pero ahora no tengo tiempo
para llorar frente al álbum de fotos.
Prefiero seguir limándole las uñas al presente
para que siempre esté presentable
ante la continuada inminente llegada del futuro.

Aléjate, nube moribunda multiforme que retuerces lacrimales,
nube azul-grisácea que te instalas en mis glándulas.
Aléjate y llévate los olores de mi infancia,
el tacto de aquella espalda,
la voz de todas las miradas que sostuve.

No me interesa.
Tengo demasiados tiestos que regar
y novelas a medias.

No me afecta
lo más mínimo ver arder recuerdos
ni tengo miedo a la bruma del tiempo venidero.
Estoy aquí, desollando la tarde,
oyendo el canto de la noche.

La nostalgia, a veces,
se mete conmigo en la cama
y yo no tengo más remedio que amarla.
Ella siempre quiere más.
Por las mañanas sale de la cafetera
y yo tengo que cortarle las alas.
Me persigue por las calles
haciéndose la víctima
y me monta el numerito en los andenes.

No me importa.
Tengo que vivir mi vida
y dejar de pensar en ella.
Impedir que el eco del balón con que jugábamos
siga golpeando las paredes de mi patio de luces.
No tengo tiempo para rebobinar.
No me abruma la grandeza de mi infancia.

La nostalgia aparece cuando desaparecen las pantallas
y las distracciones mundanas.
Sale de cualquier cajón con un vestido de neón
pretendiendo acapararlo todo.
Me embiste cuando estoy solo,
cuando el presente no da para más.

Pero no me interesa,
no me afecta,
no me importa.

La nostalgia está arañando mi puerta
mientras hago como que no pienso en ella,
mientras concentro toda mi atención
en no prestarle atención a ella.

Maldito dolor de seda,
bendito sedante.
Mi desprecio es directamente proporcional a mi deseo de abrazarte.
Hacerte el vacío y sentirme desaparecer
a pesar de no existir si tú estás en mí,
a pesar de no existir si tú no estás aquí.

Pero ya no hay vuelta atrás,
estás sentada en mi regazo con tu pijama de erizo
y hace un rato que ocupas la segunda persona.
Ya no hay vuelta atrás,
estoy sentado en mi pasado
y hace un rato
que ocupo la primera persona.

martes, 14 de octubre de 2014

Tanto que decir

Paladean las palabras el vino del momento,
teclean los dedos, la imaginación se despereza.
Martillea mi conciencia la tinta acumulada,
tanto que decir, tanto que callar.

He llorado nubes de todos los colores
pero las plantas de mis pies siempre tienen sed.
Me dicta el viento doce poemas al tiempo
y mastican, sin mezclar, mis pupilas cromatismos.

Quisiera hablar de ti
y de ti, y de ti también
pero tengo tanto que decirme a mí.

Soy ese ratón sin ruedecita en la jaula,
sin queso al final del laberinto de mi literatura.
Soy ese esquimal mal acostumbrado al frío,
ese jinete con lumbalgia, ese poeta sin luna.

He reído solo todos los saleros posibles
pero el cielo siempre trae más nieve a mis bordillos.
Pedalean las palabras el monociclo del presente,
tanto que decir, tanto que decir.

Quisiera hablar de ti también,
y de todo lo que me orbita
pero tengo tanto que callarme.


miércoles, 8 de octubre de 2014

Ya lo he dicho todo

Y cabalgar contigo hasta que se acaben los caminos…

Ya lo he dicho todo
pero aún no he hecho nada.

Sigo desordenándome por dentro
a ver si así
descubro dónde colocarte.
Eres una luna con hocico de musa
y yo un violinista con metralleta;
podría interpretar mis mejores piezas para tejado
durante toda la noche
pero todas las estrellas
se darían por aludidas
menos tú.
Tienes pies de helio
y las briznas de césped se estiran a tu...
Paso.

Ya lo he dicho todo
pero aún no he prometido nada.

Sería lo más fácil:
rasgar por la mitad mi vida,
abandonarlo todo,
cumplir promesas,
            una tras otra,
y despejar la niebla del futuro.
Es cobarde no prometer nunca
pero también es cobarde no saltar sin comprobar antes el paracaídas.
Sólo puedo empeñar el presente,
emplear el ahora y prometer hasta las doce.
Fuimos tan inmortales
como todo lo que dura el tiempo justo.

Ya lo he dicho todo
pero no pretendo embriagarte con palabras de garrafa.
Aún no hemos hecho nada
pero lo cambiaría todo por volver
a aquel sofá destartalado, el sol de naranja y los semáforos en rojo,
entrar en la fotografía y no soltarte.
Ya lo he dicho todo
pero tengo todo por contarte.
Cambiaría incluso lo que aún no he dicho,
lo cambiaría todo por volver
y, una vez allí, no cambiar nada.

No se debe decir todo
pero echaba de menos mi sonrisa.

Ahora sólo tengo la infinitud del presente
para compartir.

No se debe decir nada.
Hay que hacerlo todo.

Y cabalgar contigo hasta que se acaben los caminos…

sábado, 13 de septiembre de 2014

Urge

Urge reanimar conciencias,
cocinar consciencia,
agujerear, cuando menos, la venda,
ver, digerir, gestionar, canalizar
y expandir la luz.

Urge rebobinar la historia,
desenmascarar a los villanos,
dar nombre a los miles de números
            olvidados en las cunetas.

Urge desestimar cualquier suculenta oferta
            de vender el cuerpo y el alma,
                        de cambiar el tiempo por papel moneda.

Urge desoír viejos consejos
            de sumisión y conformismo,
urge virar el timón hacia la utopía,
                        remar cada día
y asumir que el camino es el fin.

Urge sonreír
al vecino, a las madres, al enemigo y,
                        sobre todo,
al espejo.

Urge elaborar delicadamente ese compás,
ese verso, ese trazo
capaz de remover un universo interno.

Urge pisar todos los charcos, a ver qué pasa;
mear fuera del tiesto,
mear dentro, si es necesario;
            urge transgredir la transgresión.

Urge desplazar montañas
            si es que no amanece,
despeinar a los banqueros y a los yonquis,
amar desde dentro
            hasta el último rincón
sin miedo a ser tachado de intenso.
Urge agradecer los baches,
            acariciar el dolor hasta la disolución.

Urge ser consecuente,
lo menos hipócrita posible,
tomar lo que a cada cual le corresponde;
            que lo que es de todos,
                        sea de nadie;
la única propiedad posible ni se toca ni se usurpa.

Urge devolver a las palabras su significado:
Pan, democracia, genocidio, derecho, feminismo,
Iglesia, golpe de estado, patria, canción,…

Urge respetar a todo aquel que lucha,
que se juega el cuello por una idea,
respetar a esos chiflados
que sistemáticamente son quemados
en nombre de Dios
o de la Ciencia.

Urge desobedecer por si acaso,
imaginar por defecto,
                        soñar en exceso,
saltar,
volar o caer,
            pero saltar,
mover las ideas y no idear los movimientos,
huir,
huir constantemente de quienes parasitan la luz,
huir del país o del barrio,
huir de la realidad
de vez en cuando.

Urge respirar profundo,
            llorar despacio,
                        extirpar la rabia.

Urge parar el reloj,
            replantearlo todo,
                        parar las prisas,
                                   reforestar el tiempo,
                        parar el despertador.

Urge frenar,
mirar, recalcular y proseguir después,
para poder perseguir al conejo blanco adecuado.
¿Frenar la urgencia?

Urge reanimar conciencias.

Urge dejar de hablar de hacer,
acallar a las palabras,
hacer.

martes, 12 de agosto de 2014

Dos gotas más

Éramos dos gotas más.
Ni más ni menos.
Dos gotas en el aguacero.
Dos gotas en el cristal.

Fuimos también
una sola gota.
Una sola gota, redonda y gorda
en el cristal, en el andén.

Una sola gota rodando
sin perder ni una sola
molécula de oxígeno,
una sola gota
esperando cualquier tren
que no fuera hacia el desierto.

                Y nos asustó la lluvia.
                Y nos asustó aquella humedad
                donde perdurar es menos,
                donde perdurar sin más.
                Y nos dividimos de nuevo.

Y volvimos a ser dos gotas.
Dos gotas que se buscan.
Dos gotas que rebotan contra otras gotas,
que no ruedan en cualquier cristal.
Y fuimos, otra vez, dos gotas más.

Y la lluvia iba cesando.
Y evaporarse era una opción
más que atractiva.
Dos gotas a la deriva
que se buscan, que repelen
las gotas de sudor extraño.

Y de tanto en cuanto,
de tanto rebotar y rodar sin más,
nos uníamos de nuevo en una sola gota
que acabó por ser de llanto.
Y fuimos imán por desencanto.

                Y nos asustó la lluvia.
                Y nos asustó aquella humedad
                donde perdurar es menos,
                donde perdurar sin más.
                Y nos dividimos de nuevo.

Y evaporarse era una opción
más que inmediata
y ya no nos quedaban más ventanas.
Y la lluvia terminó.
Y los andenes se quedaron sin trenes.
Y volvimos a ser dos.

Somos dos gotas que se buscan.
Dos gotas más o menos
resignadas al viento.
Y vamos perdiendo hidrógeno
y no somos ya ni llanto.
Y no nos asusta ni la lluvia ni el desierto.

Desaparecemos en la multitud del lago
o nos evaporamos en el mástil de un velero.
Somos dos gotas menos.
Sin más.

Pero volveremos a vernos,
Nos volveremos a llover.
Volveremos a ser una gorda gota más, sin menos.
Volveremos a llovernos.

domingo, 13 de julio de 2014

Me salvo

Repleto de gritos de auxilio
me salvo.

¿Cómo voy yo a salvar
a la parte valiente de mí?

¿Cómo reclamar libertad sin garganta?

Repleto de gritos de auxilio
y puntos de fuga energética
me arrastro.

No doy con mi calavera
en un desierto definitivamente quieto.
Desde atrás me observan las miradas que abandoné,
me clavan su pena de oruga en la nuca
y yo no puedo darme la vuelta.

¿Cómo mirar atrás sin retrovisor?

¿Cómo mirar adelante?

Tengo la vista tan fija en el presente que no levanto cabeza.
Atisbo horizontes tan cercanos
que no quiero mirar.
¿Cómo mirar sin ojos?
Se aparecen mares de todos los colores tras la niebla de mi mente,
imagino que imagino que imagino…
no puedo mirar.

¿Cómo imaginar sin futuro?

Veo mis pupilas frente a mí,
pidiéndome que las mire,
y, en ellas, veo las mías reflejadas
pidiéndome perdón y amor.

¿Cómo pedir auxilio al moribundo?

¿Cómo pedir amor al enemigo?

Repleto de gritos de auxilio
y ascuas
me soplo.

Busco yesca en los labios,
leña en los brazos,
busco reavivar la rabia, liberar la vida,
calor para el entorno, luz natural,
busco una esquina en que cobijarme del clima hostil de la soledad
y, entre tanto,
            de vez en cuando,
me busco
y me encuentro buscándome
y me ayudo a buscarme
y.

Repleto de llamas
y olvido
me reduzco a cenizas.

Vacío de gritos de auxilio
y piel,
renazco, dejo de intentar salvarme,
levanto la vista, parcheo las heridas con actos,
me olvido de mí
y me salvo.

Vacío de mí
me lleno de mí.

viernes, 11 de julio de 2014

Quizá no dude

Me aburrí de estar aburrido
y dejé de estarlo.
Pero esto no era divertido.
Era nada.

Me cansé de estar cansado,
descansé y me cansé
de no tener nada que hacer.
Era nada.

Se me olvidó que te olvidé,
quise quererte,
devoré tu hambre,
ignoré tu pasotismo
y me quedé sin ti pero contigo;
nada.

Ahora prefiero no preferir,
esperar que surja la esperanza,
no sentir pena ni gloria
por nada.

Elijo no elegir
y te cambio mis mejores cromos
por cualquiera que ya tenga.

Sorprendido de mi indiferencia,
quizá, un día,
deje de dudar,
quizá abandone las suposiciones,
me harte de hartarme de la nada
y me ame por tanto amarme
y odie al odio
y sea
todo.

Quizá dude de dudar
y actúe.

domingo, 6 de julio de 2014

Detesto

Bromear en el momento más inoportuno
es un acto de heroísmo,
es secretar valor, desnudar secretos,
            almidonar el caldo del momento.

Así pues,
detesto el decoro de quien no mete la pata,
quien no se ríe de lo serio por el mero hecho de serlo,
quien no se ríe del tiempo,
de la soledad inherente,
de la muerte misma con disfraz de payaso
                                   esperando en el umbral del éxito,
de mí,
de ti.

Detesto tanto acierto,
tantos sabios que nunca fueron necios,
tantos adultos asesinando a los niños interiores de los otros,
tanto saber estar y parecer,
tan poco ser,
detesto vuestro odio y derribo
hacia quienes pueden ir sin pies de plomo sobre las palabras
y, sobre todo,
detesto
que nunca os deis por aludidos.

viernes, 20 de junio de 2014

Tormenta en ciernes

Los cuervos asoman de las rendijas,
buscan carne, huyen del cielo.
Miles de insectos evacúan sus agujeros,
todo el aire se ha perfumado ya de tierra.

El viento cesa de pronto.
A lo lejos ruge lo que se acerca.
Las hojas hacen sonar
las primeras gotas.
Ya viene.

Los cuervos temen a la muerte.
Caminan. Sus alas ya no son nada.
El crescendo de las gotas es lento pero constante;
cada vez más cerca.
Luz.
Tiempo.
Sonido.

El viento ha desaparecido por completo.
De pronto se rompe el crescendo
y sube diez peldaños.
Los cuervos ya ni lloran.
El sonido de las gotas con las hojas
es tan perfecto y armónico que nunca podría ser música.

Se moja el folio.
El agua no entiende de ventanas
ni de verticalidad.
El agua pasa.
Luz. Sonido.
Poder.

De pronto decrece.
La luz prosigue. El sonido también.
La lluvia escapa,
tiene miedo del agua.

Ahora, sólo el chorro grueso del canalón.
Y el viento,
que vuelve tímido
asustado del aire.
Y vuelve con él la tierra.
Poder.
Me dejo envolver un rato.

Retomo la escritura.
Hace mucho que no sé de los cuervos.
Sólo recuerdo sus ojos muertos señalándome.
Luz.
Silencio.
Sonido.
Ya se va.
Me dejo ir con ella un rato.

Retomo la escritura.
Estoy sólo ante la nada.
Ya casi no vienen las palabras;
tienen miedo
de ser sólo eso.

Detengo la escritura.

miércoles, 18 de junio de 2014

La colina amarilla

Me dejé caer por la colina amarilla
donde los cactus
acunaban a las lagartijas,
abajo
cien laberintos de tonalidades frías
me esperaban ansiosos.
            Busqué y encontré que lo que buscaba
            era no encontrar nada
y nadé en océanos ocre
y atravesé las llamaradas más naranjas,
ida y vuelta,
California y Jesucristo,
los fantasmas de mi armario,
vuelta y vuelta,
vi morados agrios,
vi flores ásperas,
vi soledad e infancia,
ida.

Me dejé caer, entonces, de nuevo.
Y me vi viejo
juntando las piezas de puzles dispares,
recordándome ahora,
vuelta,
crucigramas inteligentes,
armonía sangrando por las muñecas,
las escaleras del instituto.
Me vi viejo
            recordando tus ojos,
                        recorriendo tus ojeras de madera,
y te dejé caer por la colina amarilla
para verte desaparecer en tu pesadilla,
y verte vieja recordándome
y que me despiertes, entonces, de nuevo
por última vez.

sábado, 14 de junio de 2014

Callejón del sueño

En el callejón del sueño
Me perdí y me encontré conmigo.
Miles de espejos rotos y convexos
deformando la imagen que tengo de mí.

En el callejón
me reconcilié con mis monstruos
hartos todos de perseguirnos los unos a los otros.

En el callejón
         sin salida
del sueño
me perdí para encontrarme conmigo.

Y me encontré con el pasado
de espaldas al muro de enredaderas
del futuro;
humareda de miedos no resueltos
colándose por la mirilla del presente,
los hilos sueltos de mi piel,
las cáscaras de las carcajadas que no liberé.

En el callejón sin salida del sueño entré.
Todos los monstruos llevan mi rostro
y tienen miedo de mí también.

En el callejón del sueño reconstruí un espejo
y me vi despierto,
escalé por las enredaderas
y perdí entre el humo la imagen de lo que fui.

Del callejón sin salida del sueño
se sale
por arriba.

sábado, 31 de mayo de 2014

sábado, 24 de mayo de 2014

Esbozo un silencio

Esbozo un silencio,
descargo los muebles,
hipnotizo a una serpiente
con los restos del brillo de tus dientes,
alego locura,
escapo del parque y de casa,
acabo buscándome en cualquier contenedor
y me rehago cantando.

Esbozo un silencio
para respetar la belleza,
para paralizar a las palabras
            que no son más que eso,
para imaginar que no necesito gritar,
que no necesito decirte que...

Esbozo un silencio en el lienzo del aire
y no paso desapercibido.

Dibujo un silencio.

lunes, 31 de marzo de 2014

Todos

Todos eluden al prójimo;
nada es de todos;
todo es de alguien.
Todos miran adentro pero a un nivel tan superficial
que ni entran ni salen;
se quedan en la piel.
Hablan del tiempo, del basket,
del este, del otro;
todos hablan de los otros.
Se me irritan los ojos de observarlo todo; quisiera no poder ver
el fondo
pero huelo la tristeza de quienes
no supieron nunca quienes son;
almas errantes que caminan
siguiendo las flechas,
que alcanzan satisfacciones tan ínfimas
y materiales
que dejan de existir,
almas atadas al cuerpo;
buscan ropa, comida, sexo, alcohol, ropa,
buscan evitar al prójimo, evitar lo de dentro;
se agarran a lo primero que pasa y no
existen para sí!
Todos se alejan de todos.
¿Qué cantidad de universos paralelos caben
en un cruce de miradas?
Todos miran al suelo-pantalla-libro-pantalla-pantalla;
todos evitan sentir;
la felicidad consiste en alimentar las adicciones;
todos son adictos; nadie dice serlo.
Todo es adictivo; nada lo parece;
la apariencia es, cada vez más, la madre de todas las ciencias;
todos aparentan ser algo y todos son tachados de eso.
Ser, estar, parecer;
verbos que copulan con cualquier sujeto pero no follan igual;
follar es un sueño que se olvida si no lo piensas rápido o se lo cuentas a alguien.
Todos buscan follar.
Amar no puede olvidarse porque sucede siempre;
aquí y ahora.
Todos parecen buscar amar.
Aunque puede que parezca que todos buscan follar
y realmente busquen amar.
Todos están amordazando el amor.
Todos se contradicen.
Todo es lo contrario;
Todos son coherentes con la contradicción mundana;
los que se quejan, los que denuncian, los que se lamentan también están contaminados;
el cambio está dentro;
todos tienen sentido común;
consciente colectivo.
Pero ya están contaminados;
todos entienden que el poder lo tienen ellos pero no lo buscan dentro;
y se apoderan de objetos sin valor que venden todos aquellos que dominan a todos;
y todos dominan a todos;
o al menos lo parece;
Todos están contaminados;
almas atadas al cuerpo.
Todos son todos.
Todos están en todos.
Todos parecen todos.
Todos. Todos. Todos.

viernes, 28 de marzo de 2014

Yo voy

Me llamas con tu voz de gata subversiva;
yo saco a pasear a los antidisturbios del silencio.

Pides guerra;
yo firmo la paz a palos en tu espalda.

Me lames los dedos a kilómetros
con las cataratas de tus piernas;
yo
con guantes de látex y paraguas aguanto el aguacero.

Despliegas tu ejército de hormonas mariposa
                que baten las trenzas, erizan el bello del aire, enrabietan al viento;
yo me parapeto con evasivas de abeto.

Me deslumbras con los faros colosales de tus playas vírgenes;
yo pongo rumbo a la oscuridad
pero parece que se amotinan hasta los grumetes de mi nave.

Rozas mi cara, depositas tu aroma en mi barba, te meces;

yo


intento agarrarme a lo que sea mientras caigo.




Abres la boca






yo voy.

domingo, 9 de marzo de 2014

Cualquier cosa

He venido a este cuaderno
para hablar de cualquier cosa
que no seas tú.

La existencia,
                por ejemplo,
es una forma de empezar.
Existo.
Existes.
Existimos.
La existencia no me interesa.

La naturaleza.
La naturaleza pide a gritos auxilio,
la naturaleza se manifiesta en cada parpadeo,
la naturaleza ve en el hombre a su hijo
y lo respeta,
la naturaleza no entiende de reglas;
busca la luz,
                se cuela,
atraviesa las grietas de la cabeza
y fluye.
No como nosotros.

La sociedad.
La sociedad
está
hasta los ojos de basura:
Los curas, los polis, las alcaldesas,
los bancos, los ricos, la mafia,
el consumismo esquizofrénico que nos consume por dentro
                y les da de comer a los ricos,
la mafia, los polis, los bancos,
las alcaldesas, los curas,…
y por supuesto
los valores impuestos que nos dicen
cómo debemos amar.
Como si la naturaleza
                naciera de nuestra cabeza.
La sociedad
mutila la naturaleza.
Como nosotros.
Como mi sonrisa torcida
                careta de duro,
como tu espada afilada;
los diques que embalsaman nuestras riadas.
Hablaré de todo lo que tú no tocas,
aunque eso suponga recurrir al susurro del silencio,
aunque el silencio huela a tu cuello,
aunque la naturaleza
                pretenda atravesar mis muros y eyacular a través de mi bolígrafo.

Hablaré de cualquier cosa;
de la luna, de los celos,
del enjambre de dudas que zumban tu nombre,
de la nada.
La nada.
Sí.
La nada es un lugar tan inmenso
que tú
casi
cabes dentro.

viernes, 7 de marzo de 2014

Hablamos


Hablamos de la vida
                dentro de la vida.
Hablamos del amor
                dentro del amor.
Hablamos de la sangre
                dentro de las heridas.
Hablamos de ver el atardecer en una playa de Tailandia
                mientras vemos el amanecer en una playa de Tailandia.
Hablamos de comer
en las comidas.
Hablamos de amistad
                con los amigos.
Hablamos de los borrachos que hablan con los camareros
                con los camareros cuando vamos borrachos.
Hablamos de la guerra
                fusil en mano.
Hablamos de la paz
                después de haberla firmado.
Hablamos de la libertad.

Hablamos de las conversaciones
en las conversaciones.
Hablamos de la droga
mientras nos drogamos.
Hablamos de alienación
                en el centro comercial.
Hablamos de esclavitud
                mientras remamos.
Hablamos de la depresión
                con el psicólogo.
Hablamos de poesía
                en los poemas.
Hablamos del frío
                en invierno.
Hablamos del calor
                en el calor.
Hablamos de la libertad.

Hablamos de hablar.

Hablamos de callarnos.

viernes, 7 de febrero de 2014

Koala

Me encanta
ser un koala en tu mirada de eucalipto,
cuando nadie nos ve.

Que te burles   
                con la lengua
de mi parálisis pasional.
Soy un pobre moribundo
                condenado al paredón,
y tu sonrisa
es una ristra de soldados armados,
y me encanta
ser acribillado por sus ráfagas,
cuando nadie nos ve.

Pero sin duda
                lo que más me gusta
es que tu presencia me inunde de dudas,
que estén prohibidos
                nuestros contactos telepáticos,
me encanta la clandestinidad
                de mi deseo indómito,
y amo
odiarme
por sentirme así.