Me aburrí de estar aburrido
y dejé de estarlo.
Pero esto no era divertido.
Era nada.
Me cansé de estar cansado,
descansé y me cansé
de no tener nada que hacer.
Era nada.
Se me olvidó que te olvidé,
quise quererte,
devoré tu hambre,
ignoré tu pasotismo
y me quedé sin ti pero contigo;
nada.
Ahora prefiero no preferir,
esperar que surja la esperanza,
no sentir pena ni gloria
por nada.
Elijo no elegir
y te cambio mis mejores cromos
por cualquiera que ya tenga.
Sorprendido de mi indiferencia,
quizá, un día,
deje de dudar,
quizá abandone las suposiciones,
me harte de hartarme de la nada
y me ame por tanto amarme
y odie al odio
y sea
todo.
Quizá dude de dudar
y actúe.
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