jueves, 18 de septiembre de 2025

La culpa

La culpa es de la culpa.

 

Nunca fui nocivo ni complejo

      ni simple necio aletargado,

siempre sencillo, sincero y blanco

      y falto de malicia en mi reflejo.

 

Si la culpa no existe,

la inocencia es inefable.

 

Sé bien que generé dolores colaterales

      en acciones bienintencionadas,

lo sé bien porque cargo con culpas vanas

      que me vienen de otros males.

 

La inocencia ya estaba aquí antes.

La culpa es un invento.

 

Siempre fui solícito y amable

      y sin doblez en mi relato,

nunca lesivo ni zorro ni malsano

      ni zafio garrulo miserable.

 

La culpa es el delito.

 

Nadie sabe qué se cuece al fondo

      en los zulos de mi subconsciente,

no se sabe porque arde antes de ser siempre

      y sólo quedan humo, ceniza y lodo.

 

Si la inocencia es natural,

la culpa es artificio.

 

Sólo fui joven jabalí sin dientes

      ni dogmas ni vallas morales,

nada más que transparencia suave

      y sin más meta que el presente.

 

La culpa es consecuencia.

La inocencia es inherente.

 

No me supongan intenciones raras

      ni me carguen con su pena,

sólo tengo humanidad en vena

      y los motivos de las cabras.

 

Si la culpa es arma arrojadiza,

la indiferencia es revolución.

 

La culpa es de la culpa.

No me roben libertad ni juego.

 

La inocencia estaba primero

y la culpa deshumaniza. 

miércoles, 10 de septiembre de 2025

No soy yo

Esto no soy yo.

Ovillo de lágrimas de piedra

agazapado al fondo del salón,

olvidado en el brazo de la mecedora

susurrándome milenios de miedos.


No me pertenece esta tristeza.


Consumo lo ilusorio por sobrevivir,

aislado del ruido sordo de las balas,

en mi madriguera solitaria

consumiendo pétalos de luz eléctrica,

desestimo las caricias de las valkirias

que me ruegan fuego y palabras áridas.


No soy yo.


Es humano el placer divino y el dolor,

son humanas las paladas de cal y arena,

los pájaros migrantes que traen lo que eleva

y se llevan lo que brilla y vuelven.


Pero no me pertenece esta tristeza.


Es naturaleza viva la herida abierta

pero debería haber orgasmos para la ascensión,

amigos para la resaca, carcajadas volcánicas,

silencio activo, danzas enajenadas,

recuerdos nuevos para el olvido

y camas hechas para dormirlo todo.


No me reconozco en este entorno.


Me sobra hasta la última esquirla de esta tristeza,

el frío de Madrid, cada minuto anonadado,

me sobra lo accesorio y me basta con lo básico:

me basta con la libertad intacta, el amor pleno

y la verdad translúcida ondeando en una playa.


Yo soy esto otro.


Relámpago de ganas eléctricas

iluminando un documento en blanco,

enamorado de mi nube en esta noche oscura

gritándome lluvias de revolución.


Yo soy esta tristeza.


martes, 5 de agosto de 2025

Por no hacer nada

Por no hacer nada.

 

Soy un campo de minas antiguas,

heridas por abrir

y champán por descorchar.

 

Soy una caja de obviedades,

un militante de la espera,

un pusilánime soldado

apostado en la negra retaguardia.

 

Cargando con las piedras

de los templos que no edifiqué,

con esta corona hecha de las púas

que no lancé contra los monstruos.

 

Dolido en los dedos de no decir.

 

Callado en la cuenta atrás

del fin de la humanidad,

guardando los secretos milenarios

heredados de mis antepasados.

 

Con el petate de la revolución

hasta los topes de retórica eficaz

para derrocar esta tiranía electa

por la estupidez mundial.


Palabras de mano y estrofas de asalto.

Siempre esperando al próximo tren,

fumando sedantes en la estación

haciéndome el interesante

ante la mirada de un hipotético nadie.


Por no hacer nada.


Lo que me va mellando

es esta silla tan cómoda,

lo que me mata es tanta vida

acumulada al borde de la garganta.

Si no pudiera ser un héroe,

sestearía en los laureles del arte.

Si no pudiera ser un mártir,

despertaría sin dolor de espalda.

 

Son las flechas que no me clavan.

 

Es esta capacidad para sofocar

la punta de la llama de la ansiedad

de los ojos que se posan en mis ráfagas

la que me mantiene en vela agonizando.

 

Eludo mi don y se me precipita el cielo,

riego mis tiestos con lágrimas bobas

y crecen cáctus a los que abrazo

mientras la lluvia se lleva mi rabia.

 

Es por callar que estoy disfónico.


Asomo la cabeza desde la trinchera

para lanzar mi penúltima bengala

y quedar a la espera de refuerzos

mientras agoto las reservas de paz.

 

Es porque tengo la llave

que me mata ver la puerta.

Es por esta lucidez

que me cuesta respirar.

 

Por no hacer nada me desgasto.

 

Por no salir a salvar muero

en esta soledad tranquila

inyectándome el veneno

que calma y acelera el tiempo.

 

La última bengala es para mí

y espero mi llegada

mientras apuro rebeldías

entre inútiles versos desmedidos. 

domingo, 3 de agosto de 2025

Atar mi voz

Nadie puede atar mi voz,

nadie puede machacar mi semilla,

dorar la piel de mi mensaje

ni cribar las trazas de sinceridad

      en este vómito sin mácula.

 

No me pueden amarrar al puerto.

 

Me basta con la rebeldía irracional,

      con interrogaciones arrojadizas

para reventar centrales nucleares

y curvar autopistas ardiendo

con las yemas de los huevos.

 

Tengo suficientes incentivos

con el reflejo cromado

      al fondo de unos ojos tristes

para mellar a dentelladas

las aristas de la metodología popular.

 

Puedo poner en duda el sol

y sofocar la pasión más densa

porque me he liberado del azar

y cabalgo a mi animal a pelo

      al filo de una luna tierna.

 

Floto en esta espuma de duda,

roto por superar el aforo de llantos

      acumulados en la nuca,

latigazos de cordura contenida

que dejo morir dentro de mi boca.

 

Yo no puedo permitirme la censura

y me supero amordazando la razón,

secuestrando un autobús de moralinas

y revisando el pasaporte a los dolores

para depurar el concepto final de ideologías.

 

No me puedo permitir impedimentos.

 

Nadie puede atar mi voz

sin acabar antes conmigo,

así como no puedo yo mismo

      dejarme brotar salvajemente

sin acabar antes conmigo.

 

No me puedo superar

      si creo haber vencido,

no me puedo sepultar con muros

porque tengo de las crines al monstruo

      que diseñó mis laberintos,

aunque por la tarde me merendará.

 

Y como sé que puedo hacerlo, enmudezco,

abro la boca y salen en pompas de jabón

una revolución mesurada

y una flor partiéndose en gotas rojas

en el filo de esta luna tirana. 

jueves, 17 de julio de 2025

Seres cobardes

Tropel de seres sin rostro

cargando cruces de hierro

y rosarios de oro

atraviesan las calles en busca de sangre

y abren en vertical el vientre

del que salimos todos

para esterilizar a nuestra madre,

para inutilizar a la pureza,

para ridiculizar la paz,

para destrozar la civilización.


Seres oscuros de cueva profunda

salen a la luz de la farola

a proclamar la rabia,

a edificar el caos,

a manipular con trastos viejos,

y repelentes de lógica baratos,

a seres pequeños

que olvidaron que son dios

y ansían localizar el foco

del vasto incendio de vacío.


Procesión de ánimas en trance,

enajenadas por la soledad,

se identifican por colores

y se abrazan sin rozarse

antes de lanzarse furibundas

a las costillas de aquel

que produzca más melanina

mientras aseguran defenderse,

quiebran cuerpos humanos

mientras aseguran defenderse

de culturas agresivas.


Interminable lista de seres

que siguen incansables

la senda del más fuerte,

los mismos seres que callaron

ante los abusos del matón

en el patio del colegio,

los mismos siervos asustados

que prefieren al tirano

y deconstruyen la libertad

para que nadie la disfrute.


Caravana de seres informes

fundiéndose con su sombra

en busca del enemigo único

que dé significado a su camino,

en busca de seres débiles

que no se defiendan demasiado,

avalancha de seres cobardes

que ondean la ignorancia

avanza lentamente

hacia las mentes vulnerables

y es cada vez más ancha.