Yo sólo soy un insignificante idiota,
poco leído medio vagabundo lerdo.
Dejo deslizar el boli
al son caribeño de los dioses viejos
con las letras nuevas,
con el compás del momento,
sin el juicio como complemento.
¡Qué razón va a causar esto!
No es destreza
ser un mero cable de cobre,
no es fantástico;
sólo se debe ser lo que se es.
No hay virtud en clarificar el caos,
en traducir el silencio más denso,
en dejar que la electricidad
atraviese por los canales conductores.
Yo sólo soy un ignorante
con la capacidad de no pensar
y ser arrastrado por los mares,
de costa a costa
y tocar tierra me destroza:
ya estoy meditando la forma de acabar
y dejo de escuchar el dictado del viento.
Porque soy capaz de no hacer nada
y traducir entonces la belleza,
endiosado y poseso,
ebrio de un Baco extremo
perfectamente Apolo.
Yo sólo soy ninguno.