Somos aguja en el pajar.
Somos polvo en la nieve.
Somos espejos en un bosque de cristal.
Somos
alondra en la bandada,
luz
blanca en la niebla
saliva
en la falda de las cataratas.
Somos lo que somos.
Somos ameba.
Somos masa.
Somos elenco mimetizado de zombis
ante el
escaparate de la carnicería.
Somos, a veces, también lo que fuimos.
Somos Segunda Guerra Mundial.
Somos el juguete de un dios adolescente
que se
cansó hace tiempo de jugar con muñecos.
Somos árbol que nadie escuchó caer.
Somos la maravillosa canción
cuyo
autor no se atrevió a cantar jamás.
Somos heridas abiertas,
hermanos a cuchillazos,
amor de
trinchera.
Somos, según parece, también lo que seremos.
Somos opulencia y miseria,
portada barroca tardía,
somos escombro de pluma de pato.
Somos
el reverso de un triángulo equilátero,
silencio
ensordecedor,
caricia
de lija.
Somos lo que somos,
lo que fuimos
y lo que seremos
al mismo tiempo.
Somos
lo que estamos buscando:
aguja,
polvo, espejos.
Quietud en un paisaje en movimiento,
movimiento en un paisaje quieto:
Somos el tiempo.