El hecho consciente
de que nuestra mente mimetice
los comportamientos inconscientes
del resto de dementes que habitan la periferia de nuestros
cuerpos
significa, no sólo que seamos estúpidos espejos
esperpénticos,
sino también marionetas de nosotros mismos
pero nunca manejadas de manera autómata, sino recíproca,
e implicará que las clavijas
que conscientemente nos introducimos en la mente
nos transfusionen, inconscientemente,
una mentalidad diferente, a veces,
a lo que ayer quisimos llegar,
y somos, por consiguiente,
una paradoja, no aparente por interna,
a cada minuto.
Buen poema 😃
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